Kaki pertenece a la Generación Z. Es decir, todo lo que usa y consume proviene de ese gran sombrero mágico llamado Internet; aprende casi cualquier cosa a través de tutoriales de YouTube; no le huye al trabajo, solo que prefiere hacerlo a su manera; y aunque pueda parecer extraño, quiere obtener un título universitario.
Pero no todos los zillennials bailan como ella. Kaki baila desde que su memoria le permite recordar. «Me cuentan mis padres que a muy temprana edad me encantaba la música y bailar lo que estuviera sonando. Así que desde que tengo uso de razón ha sido mi actividad favorita», dice esta jovencita de 19 años en exclusiva para desperdigadas.
Francesca Viloria Petruzzo (su nombre legal, porque Kaki es muy real) ha incursionado en un sinfín de géneros musicales.
Del flamenco a lo que venga
Empezó con flamenco cuando apenas tenía ocho años de edad. Luego probó con danza árabe, hasta que finalmente se inscribió en una academia. Allí conoció el urban contemporáneo, que no es otra cosa que dancehall, hip hop, breaking, house, popping, locking, reguetón, dembow y otros estilos populares. «Son ritmos muy alegres, eso es lo que me atrapa. No he parado de aprender y de enamorarme del baile en general», afirma. En la actualidad, está adentrándose en ritmos latinos como la salsa.
Aunque no podría escoger un solo género porque «la composición musical de cada uno es muy sabrosa», su mente sí se despejó como cielo estrellado cuando tuvo que elegir a sus artistas favoritos. Mujeres, por cierto: Beyoncé y JLo. De ambas destaca su integralidad en el escenario. «Mientras están cantando, te hacen una coreografía perfecta y se ven espectaculares», sostiene Kaki.
Lo que más le atrae de Beyoncé es su potente voz y los mensajes de sus canciones, sin dejar de lado el performance. «Todos sus shows son de otro mundo». JLo es «atrevida a la hora de crear», y gracias a su herencia latina, Kaki se identifica rápidamente con el ritmo de tus temas.
Un hobby del que también se vive
Si bien baila desde hace una década, en el terreno profesional acumula cuatro años, tanto enseñando a otros como bailando con agrupaciones de la talla de como 3N8, Chris & Tato y Orquesta Suena La Voz, presentándose en eventos en Caracas y en el interior de Venezuela, así como en canales de televisión nacional.
Su primera competencia coreográfica grupal fue en el DAM 2016 (Desafío al Movimiento) -lanzado en 2004 por Ímpetu Producciones- que se realizó en la Concha Acústica de Bello Monte en Caracas. «Participé por primera vez con todos mis amigos y mi grupo de la academia. Obtuvimos el segundo lugar».
Ese mismo año, asistió al Festival Nacional FAMA 2016. Recibieron únicamente la mención musical, «pero lo mejor de todo fue tener la oportunidad de bailar en el Teatro Teresa Carreño, en la Sala Ríos Reina», según Kaki.
En 2019, hizo su primer viaje como bailarina profesional con el dúo Chris & Tato. La misión: amenizar una fiesta de 15 años en la ciudad de Valencia, estado Carabobo. «Fue muy divertido».
Pero la experiencia más personal de Kaki ha sido su presentación en un concierto de 3N8, específicamente en el sector Llano Alto del municipio Carrizal del estado Miranda en 2018. Además de ser miembro de la banda desde hace tres años, «con todos los integrantes tengo una excelente amistad. Este proyecto ha sido muy importante a nivel artístico, ya que nos ha permitido llevar nuestro arte a muchas personas y nos ha hecho crecer y evolucionar».
Esencia de ella misma
Kaki resalta visualmente por dos características: piel de porcelana y crespos oscuros que, como muchos, han sucumbido ante los encantos del secador. Sin embargo, los protege. «El pelo rizado es una de las cosas que forma parte de mi personalidad y esencia. Me gusta el pelo liso pero solo para algunas ocasiones, porque en realidad parezco otra persona».
Y si la ponen a decidir entre tacones y deportivos, duda. «Soy adicta a los zapatos, sean tacones o deportivos, porque me encanta jugar con la ropa y armar diferentes outfits. Pero a la hora de la verdad y la comodidad, unos buenos Nike son mi delirio».
De lo que no titubea es de lo que siente por los animales. «No me gustan y normalmente la gente se espanta cuando digo esto. Eso no significa que no los respete, pero no son lo mío».
Tampoco teme reconocer que siempre está oyendo música, a cualquier hora del día, todos los días, sin parar. «De esta manera, mi oído musical se desarrolla y a la hora de bailar se me hace mucho más fácil sentir la música».
¿Qué pasa cuando Kaki baila? «Siento que soy yo en mi máxima expresión. Si bien el baile es algo que comunica muchísimas emociones, en mi caso me gusta comunicar quién soy y qué he aprendido, interpretar bajo tu esencia y que se note que te gusta lo que estás haciendo».
Bailar no es solo mover el cuerpo
Para lograr piruetas en el aire, saltos, pasos en pareja, paradas de cabeza y todos los movimientos característicos de una bailarina, se necesita entrenamiento corporal arduo y constante, y de eso sabe bastante Kaki. Su rutina incluye desde ensayos personales hasta ejercicios de elasticidad «y una de mis actividades favoritas: el crossfit».
El crossfit es, básicamente, un entrenamiento de fuerza e intensidad en el que se combinan diversos ejercicios funcionales (como las flexiones, zancadas, rotaciones de tronco y sentadillas), además de gimnasia y halterofilia (levantamiento de pesas). Los expertos dicen que sirve para mejorar las 10 capacidades físicas básicas del ser humano: equilibrio, fuerza, coordinación, precisión, flexibilidad, resistencia cardiovascular, resistencia energética, potencia, velocidad y agilidad.
Kaki hace crossfit desde hace un par de años «y me ha ayudado muchísimo a mantenerme en forma. El nivel que se va adquiriendo es espectacular», agrega la joven. «Me atrevería a decir que en mis sueños también está prepararme para competir en Venezuela algún día en esta categoría».
Manejar bicicleta también forma parte de la ejercitación de esta próxima veinteañera. «Es más relajante y divertido porque disfrutas de los paseos que haces mientras no haya una subida tan larga. Es increíble la cantidad de kilómetros que se pueden recorrer en bici», reconoce entre risas.
De Kaki para el mundo
Kaki es de las que se opone a la idea de que bailar es demostrarle algo a los demás. «Va mucho más allá de eso. Se trata de transmitirle a los demás lo que tú estás sintiendo cuando mueves tu cuerpo al ritmo de la música, sea felicidad o tristeza».
Debido a la pandemia del SARS-CoV-2, los espectáculos en vivo se han visto afectados. Kaki ha estado ausente de las tarimas por mucho tiempo. Luego de meses de planificación, emprendió un nuevo negocio: dar clases particulares de baile a niñas, adolescentes y adultas desde su propio estudio, ubicado en San Antonio de Los Altos. Y no lo hace con la intención de multiplicar las Kaki. Al contrario.
«Enseñar es muy especial. Siento que las ayudo a encontrar su identidad como bailarinas porque eso es lo que a mí me interesa. No me importa que aprendan a bailar como yo, sino que conozcan su cuerpo y desarrollen su propia forma de bailar, ya que esto las ayudará a formar su personalidad y a estar seguras en muchos aspectos de su vida», opina.
Presentes en su presente
En paralelo, estudia Administración de Empresas en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), haciéndolo honor a los de su generación (los zillennials). Y todo indica que quiere terminar su carrera. ¿Emigrar? No lo descarta… pero en un futuro. «Por ahora, me interesa aprender cada día más, continuar con mi proyecto y convertirme en una excelente bailarina aquí en mi país, para luego ir a otros países a seguir aprendiendo y a trabajar con otros artistas».
Sus fans número uno no están en la multitud que la ve contonearse con pasión y agilidad. Están escondiditos, cuidando cada paso que da. «Desde llevarme todos los días a mis ensayos hasta esperarme, ir a casi todas mis presentaciones y apoyarme en mis nuevos proyectos. Diría que mis papás son mis fans número uno», dice riendo.
Así de genuina es «Kakika», la palabra que ella balbuceaba de niña cuando intentaba decir «Francesquita» y que, con el tiempo, se redujo a Kaki, su apodo eterno. Lo que posiblemente ella no sepa (ni tú) es que existe una fruta tropical, de origen asiático, cuyo nombre científico es Diospyros kaki, que significa «fruto divino». Como divino es su baile.
Si quieres comunicarte con Kaki, búscala como @kaki_vpf en Instagram, Francesca Petruzzo en Facebook y @KakiVP en Twitter. Créeme: te responderá.
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