Sus primeros bocetos los empezó a garabatear con tutoriales de YouTube cuando apenas tenía 12 años, y sus mayores fuentes de inspiración han sido su familia y el rey del pop Michael Jackson.
A pocos meses de cumplir 18, confiesa que se siente un verdadero artista, uno al que podrías encontrar en una galería exponiendo orgullosamente sus obras, de esos «que reflejan el mundo real a través del papel, y es algo que me encanta».
Samuel Alejandro Vásquez Hiller vino al mundo el 28 de septiembre de 2004 en el quirófano de una clínica de Caracas, Venezuela. El calendario marcaba un día martes cuando Sergio y Anastasia recibieron a su hijo con el más grande de los amores.
Samuel estudió todos los niveles de primaria y secundaria en el Instituto Arturo Michelena. En la actualidad, cursa el segundo semestre de Diseño Gráfico en el Instituto Universitario de Diseño Las Mercedes y vive junto con sus padres en el municipio El Hatillo del estado Miranda.
La ficción como amuleto
Como dibujante formal -consciente de lo que está pintando, más allá de colorear las tareas del colegio- tiene pocos años, acumulando en su haber más de 147 dibujos. Pero si hace memoria y se remonta a sus inicios de la infancia, la lista supera los 300.
Desde el principio, el manga japonés Dragon Ball ha sido un referente fundamental para Samuel. «Es una serie increíble. A esa edad yo quería dibujar a los personajes de Dragon Ball, estaba de moda; entonces se convirtió en mi medio de inspiración hasta que fui evolucionando».
Entre las figuras reales e imaginarias que ha retratado destacan el cantante Eminem, el dios Loki de Marvel, el actor Morgan Freeman, y muchas de Star Wars y de videojuegos.
Pero el dibujo que más tiempo le ha llevado completar es el guerrero mandaloriano de Star Wars.
En ese entonces, «estaba terminando el bachillerato y tenía muchas tareas. Exprimió mis habilidades al máximo: las facciones metálicas del traje, el grabado del hombro izquierdo; Grogu, conocido como Baby Yoda; el fondo (no estaba acostumbrado a hacer fondos), los detalles del bolso, la tela, la capa... Fueron muchos factores, tanto del dibujo en sí como externos, que me exigieron mucho tiempo. Yo diría que en horas de trabajo fueron 32 continuas, y estoy muy orgulloso del resultado». La verdad, yo también.
Lo virtual manda
¿Quién le enseñó a dibujar? Este digno representante de la Generación Z nunca ha tenido profesor. «No me ha gustado ese esquema, así que todo lo que he aprendido ha sido con tutoriales de YouTube».
A pesar de su poco contacto con la academia, este centenial asistió en 2020 a un taller dictado por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) sobre diversas ramas del arte y el performance. Su participación no fue casual. Samuel se inscribió en el Concurso de Creatividad y Expresión «Adolescentes desde la casa», organizado por el Centro Cultural de la UCAB y la Fundación Telema. Si bien no ganó, su dibujo de Darth Vader quedó entre los 50 mejores, por lo que recibió una mención en hiperrealismo y la oportunidad de cursar dicho taller.
Las técnicas más usadas por Samuel y con las que está más familiarizado son el creyón y el grafito, aunque también ha utilizado el bolígrafo «como un reto» y la pintura acrílica en contadas ocasiones. Eso sí: siempre sobre papel; mejor dicho, cartulina, «porque el papel convencional es muy delgado y a la hora de colorear o aplicar capas es muy frágil, entonces se necesita un gramaje mayor para que no se dañe tanto. La cartulina es opalina para mejorar la calidad».
La inmensa mayoría de las piezas las ha dibujado en tamaño carta; poco ha hecho en grandes dimensiones y jamás en lienzo, «pero me gustaría».
Paisajes
También reconoce que prefiere dibujar a color en lugar de hacerlo en blanco y negro. La razón: «El blanco y negro es una de las técnicas que más me gusta, me encanta, pero realmente para mí el color le da más vida, armonía, le da felicidad a las cosas».
Samuel se especializa en retratos realistas. De hecho, solo ha dibujado un solo paisaje y lo hizo por curiosidad. En ese caso, usó pinturas al frío, «un material muy escolar, y me guié con un tutorial de Bob Ross, un pintor que lamentablemente falleció y que tenía un programa muy famoso». Él se refiere a The Joy of Painting, que se transmitió en la televisión estadounidense entre los años 1983 y 1994 y en el que Ross ofrecía consejos acerca de la vida y de cómo adquirir experiencia como artista.
«Los paisajes son obras son muy decorativas, me encantan, pero no me he adentrado en ese mundo porque creo que el grafito y el creyón no son los materiales más adecuados para paisajes. Lo haría en caso de tener pinturas al óleo o lienzo porque me parecen los más apropiados», admite el caraqueño.
Música, videojuegos y COVID-19
Tampoco puede dibujar sin música. «Se me hace muy incómodo y hasta raro dibujar en silencio». Escucha de todo, pero indudablemente hay alguien en particular que lo acompaña en todas sus creaciones: Michael Jackson. «Su música me ha ayudado mucho. No puedo dibujar si no escucho aunque sea un tema de él».
Además de dibujar, Samuel siente una impresionante fascinación por los videojuegos. «Han significado mucho en mi vida. Me han enseñado tantas cosas: a entender que en la vida habrá gente mala pero mucha más gente buena, a reírme de mí mismo, a aprender de los errores, a ser perseverante en lo que te apasiona; y que las buenas decisiones surgen del corazón, pero solo si se complementa con la mente. Incluso, he hecho dibujos de videojuegos. Adoro ese mundo».
Y de la pantalla se despega a lo más alto del cielo la que vendría a ser su tercera pasión: la astronomía. «Me gusta saber e investigar sobre los astros, el espacio, la ciencia, las estrellas. Es algo que me encanta».
Lo que para muchos fue un tormento, para Samuel fue una bendición. «La pandemia ha sido una de mis mejores épocas en el proceso creativo, he tenido mucho tiempo para mejorar. Quizás no salieron mis mejores obras porque todavía estaba aprendiendo, pero fue el momento en el que decidí que quería empezar a dibujar rostros humanos, que dije que quería más realismo, y fue un increíble. No sé cómo hubiese sido sin la pandemia».
El encierro pandémico también hizo que Samuel se dejara crecer el cabello y lo ha venido cortando al estilo vikingo (solo en la parte de debajo de la cabeza). Un look que muchos adoptaron con la COVID-19.
Rumbo a la cima
A sus 17 años, sueña a lo grande, al igual que los personajes que suele plasmar con grafito y creyón. «Siempre me he imaginado exhibiendo mis dibujos en una galería y quiero que algún día pase; también surgen miedos o dudas sobre si gustará, pero quiero probar y vamos por ese camino. Igualmente, me encantaría que se comercializaran. Si puedo vivir de lo que más amo en el mundo, no necesitaría nada más. Que mi pasión sea mi trabajo».
Ningún miembro de su familia moderna dibuja o tiene vocación artística. Pero uno de sus bisabuelos, a quien no conoció, fue un pintor que tuvo cierta fama en Caracas en los años 70 del siglo pasado. Aunque pintaba de todo un poco, Don Ricardo Teperino sentía mayor afinidad por los floreros, los paisajes y los retratos de personajes históricos como Simón Bolívar.
«Me comparan mucho con él y yo me siento feliz, porque he visto algunas de sus obras y me encanta que quizás el talento lo haya heredado de él. Tal vez llegue a ser como mi bisabuelo o algo más. Uno nunca sabe las vueltas que da la vida».
Samuel no ha contemplado todavía la idea de abrir un blog, pero es algo que «no estaría mal». Todas sus piezas las publica en su cuenta de Instagram, @samuelvasquezhiller.
Sea cual sea el destino de Samuel, seguramente Michael Jackson lo estará acompañando con uno de sus icónicos temas.
Como periodista debo ser imparcial y permitir que el lector forje su propia opinión. Pero también es cierto que no estoy hablando del actual conflicto ucraniano ni de las vacunas anticovid. Por eso me atrevo a decir que los dibujos de Samuel asustan, por lo extraordinariamente precisos, detallistas y profundos que son.
コメント