Ivonne de Romero está más cerca de las nubes que tú o que yo, pero no porque sea una soñadora incorregible (que lo es), sino porque vive en el estado Mérida de Venezuela, en una de las cumbres más altas de la cordillera de Los Andes.
Quizás por tener el cielo tan próximo a ella y por estar rodeada de paisajes únicos, la mente de Ivonne nunca descansa. Siempre está imaginando cosas. Creando historias. Buscando conectar con la gente a través de la narrativa de ficción, de la palabra tanto oral como escrita. Lo hacía antes de la pandemia. ¿Por qué tendría que haberse detenido?
En realidad, «ya era tiempo de poner en práctica lo que he aprendido», dice Ivonne en relación con la Maestría en Sistemología Interpretativa que cursó hace 25 años en la Universidad de Los Andes (ULA).
Interpretando sistemas
La base de la sistemología interpretativa es el estudio de cualquier fenómeno de la vida como un todo, como la unidad que realmente es. En este sentido, «se ocupa de las relaciones entre los componentes del fenómeno en el contexto donde cobran sentido y no en sus partes por separado», como lo explica la propia Ivonne. Aunque los seres humanos tienen intuición de sistemas, «hace falta esa habilidad para ver vinculaciones entre las partes. Pero no hay una forma estricta de lograrlo. Las posibilidades de crear tienden a infinito. Y yo me dejo llevar».
Durante los confinamientos del año 2020 para frenar los contagios de coronavirus, a Ivonne se le ocurrió una idea: combinar dos áreas que estimulan la creatividad, el aprendizaje, la memoria, la autoestima y las relaciones sociales, como lo son la lectura y el arte, en una actividad dirigida a niños.
«Se lo comenté a una vecina y me contrató para que comenzara con sus hijos. La experiencia se fue conociendo en mi comunidad y otras familias se interesaron», recuerda Ivonne en exclusiva para desperdigadas. Había nacido Costurero Literario.
De qué va la idea
El Costurero Literario de Ivonne es un espacio en el cual confluyen los clubes de lectura, los talleres de costura y la elaboración de peluches. Dos horas al día cargadas de curiosidad y encantamiento.
En el club de lectura, se escogen novelas y cuentos, tanto venezolanos como extranjeros, para ser leídos entre todos los participantes. Las palabras desconocidas por los alumnos son explicadas en detalle, ampliando así su vocabulario; y al final se pintan dibujos relacionados con las obras.
En el caso del taller de costura, se selecciona un cuento para luego coser al personaje principal. Para ello, se emplea tela, relleno sintético, hilo, aguja y ojos plásticos; la boca, la nariz y los otros rasgos se hacen con puntadas.
Se han discutido, por ejemplo, El principito, de Antoine de Saint-Exupéry y Shōmei: El jardín secreto, de Frances Hodgson Burnett; El turpial que vivió dos veces, de Salvador Garmendia; El cielo, de Nicholas Allan; Gato encerrado, de Mireya Tabuas; La vuelta al mundo en ochenta días, de Julio Verne; Los miedos de Isabel, de Ivonne de Romero; Cajón de cuentos, de León Tolstói; El sapo distraído, de Carmen Elena Medina; Sofía viaja a la Antártida, de Alison Lester; Harry Potter y la piedra filosofal, de J. K. Rowling; y Canción de Navidad, de Charles Dickens.
Los peluches se confeccionan por encargo «cuando una persona quiere regalar algo diferente. Incluye una tarjeta con un breve resumen del cuento», precisa Ivonne.
Debido al coronavirus, Ivonne solo recibe a entre dos y cuatro niños por sesión, por lo que la atención es casi personalizada. ¡Un lujo! De esta manera, además de protegerse de los contagios, «se garantiza la calidad del proceso y se incrementan las posibilidades de adaptación de la metodología básica. Cada actividad tiene un alcance diferente; depende mucho de las habilidades y las destrezas de los participantes». Hasta el momento, el Costurero Literario ha «graduado» a 15 chicos.
Siempre algo más
En otras latitudes son frecuentes los clubes de costura y tejido y los clubes de lectura, pero independientes unos de otros, no ambos al unísono, y sus miembros suelen ser adultos. «Fue todo un reto –admite Ivonne. Adaptar las dinámicas para que cumplieran el objetivo de cultivar la lectura y el sentido holístico me llevó a pensar en la costura como práctica; es decir, como una forma coherente y compleja de actividad cooperativa».
El Costurero Literario heredó la inquietud creativa de su progenitora. Por eso, «cuando la novela o el cuento ha sido llevado al cine o la televisión, hacemos un cineforo como evento de precierre. También organizamos dramatizaciones inspiradas en las historias que leemos y exposiciones artísticas como cierre del ciclo a las cuales asisten los padres y representantes».
Detrás de las agujas lectoras y los hilos de imaginación del Costurero Literario no solo está la economista, divulgadora científica, y escritora infantil y juvenil llamada Ivonne.
A ella la apoya la médico anestesiólogo Eugenia Romero, su hija, quien se encarga de validar las propuestas y de colaborar en la preparación de los materiales a usar. De hecho, fue Eugenia quien abrió y administra la cuenta de Instagram (@costureroliterario); por ahora, el único canal de comunicación de esta novedosa iniciativa en la que se cosen telas al ritmo de aventuras y suspenso.
Fotos: Cortesía @costureroliterario
Comments