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El militar que cocinó en la Antártida y quisiera ser astronauta: Denis Ferreira

La vocación lo condujo a las filas del Ejército. La necesidad lo obligó a experimentar con los alimentos desde la adolescencia. Y su alma soñadora lo expulsa constantemente de este mundo, pidiéndole ir a «otros planetas de forma presencial, viajar en el tiempo, conocer universos paralelos» y hasta encontrarse con «vida extraterrestre»; eso sí, «amigable».


Denis Ferreira nació en la ciudad donde vive, Montevideo, la capital de Uruguay. Está casado (su esposa también es militar) y tiene dos hijos.


Aunque desde niño siempre quiso ser soldado, el empujoncito quizás se lo dieron -por experiencia propia- su abuelo paterno, su papá, su tío y varios primos. «Mi carrera principal es ser militar», asegura Denis en exclusiva para desperdigadas.


Pero no fue precisamente su grado de sargento de infantería el que lo llevó a la Antártida, el continente más austral de la Tierra y en promedio el más frío y seco, el lugar donde lo conocí. Fue su pericia en la cocina, que comenzó hace más de 20 años y de una manera bastante atropellada.


Una compañera imprevista

Sin haber cumplido la mayoría de edad, debió arreglárselas por su cuenta durante unos meses. «Tuve que experimentar para poder comer». Uno de sus inventos, que llamó «arroz a la mexicana» emulando la canción de moda de la cantante Thalía, terminó «en una reverenda porquería» por lo picante que era, reconoció entre risas. «Por suerte me fui perfeccionando, por mi bien y el de los comensales». Yo lo certifico.


El incidente, sin embargo, no lo desanimó. Tiempo después, hizo sus primeros cursos cortos, tanto de cocina saludable (tema del que se especializó con talleres) como de manipulación de alimentos y panadería.



En 2015, completó el curso de técnicas básicas en el prestigioso Instituto Gato Dumas, con sede en Uruguay, Argentina y Colombia. «Más que enamorar paladares, me gusta enamorar corazones, estómagos, almas y personas. Eso es posible gracias a la cocina».


Tal es su pasión por el fogón, que prepara hasta lo que no come, solo para complacer. Este es el caso del strogonoff, el mondongo y los platillos a base de crema de leche. «Le huyo a la repostería, pero me defiendo bastante bien».


Denis tampoco se espanta de los vegetales. Al contrario. Fue vegetariano por tres años «y me encantó. Me gusta comer variado y balanceado; por lo tanto, carne y vegetales están en mi dieta». Y si bien degusta dulces, «a medida que dejo atrás mi juventud reconozco que mi paladar se inclina más por lo salado». En febrero apagó su velita número 40.


Cocinero antártico

Su habilidad en la cocina, así como su buena disposición y carisma, le valieron tres largas temporadas en la Antártida. Allí, su país tiene presencia permanente, desde el año 1984, con la Base Científica Antártica Artigas, administrada por el Instituto Antártico Uruguayo y ubicada en la isla Rey Jorge (o 25 de Mayo) en las islas Shetland del Sur. «La cocina me llevó al continente blanco», reconoce Denis.


Exactamente, vivió en la Antártida más de tres años, entre 2010-2011, 2013-2014 (yo viajé en febrero de 2014) y 2016-2017.


Sus más de 1.100 días alejado de todo y de todos no fueron suficientes para calmar su ansia polar. Quiere más. «El deseo de volver está siempre presente, cada día, cada instante», dice sin atisbo de duda. Y tiene sus razones. «Es un lugar maravilloso. La inmensidad, la belleza y la soledad de la Antártida hacen que me sienta en paz conmigo mismo y en más cercanía con mis ángeles y demonios». Además, prefiere el frío, así que le cae como pingüino al glaciar.



Algo que también nació en su adolescencia fue el amor por la escritura, «lo que no significa que lo haga de buena forma. Sería un atrevido si dijera que escribo bien», opina. Siendo enamoradizo y tímido, recurrió a un lápiz y a un cuaderno -que solo leía él- para «desahogar mis sentimientos».


Sus travesías antárticas le permitieron retomar ese viejo hábito, plasmando -esta vez en una computadora portátil- sus pensamientos más profundos y sus incontables anécdotas cuando se encontraba a miles de kilómetros de casa, rodeado de hielo, fauna y flora únicas, y su voz interior. Desafortunadamente, perdió la gran mayoría de los archivos, «quizás para el bien de los lectores», bromea.


En cuarentena obligada

La Antártida, además, fue para Denis como una etapa de entrenamiento intensivo para lo que vendría en el futuro: el coronavirus.


Tanto tiempo encerrado en una base científica, con limitado contacto humano, le sirvieron para soportar la actual cuarentena con más tranquilidad que la mayoría de las personas. «No me afectó en casi nada. Creo que hasta la disfruté», afirma.


Únicamente lamenta no poder saludar con un beso en la mejilla, como dicta la costumbre uruguaya; al igual que no compartir el mate, la infusión típica del sur de Latinoamérica a base de yerba con sabor amargo.


El deporte es otra de las actividades que no ha retomado, no solo por la pandemia sino por una lesión que sufrió escasos días antes de que se anunciaran los primeros casos del SARS-CoV-2 en Uruguay, el 13 de marzo de 2020.


Lo que realmente importa


Jugando fútbol -uno de sus pasatiempos favoritos- sufrió un desgarro doble de gemelo interno (músculo gastrocnemio, el más superficial de la pantorrilla) y un desgarro parcial de sóleo (músculo situado debajo de los gemelos). Si bien ya se recuperó, las ganas de salir a hacer ejercicios no han regresado.



¿Qué aprendizajes le ha dejado a Denis la crisis sanitaria provocada por la COVID-19? Él responde en todo reflexivo: «Lo frágiles que somos como especie y como sociedad. Un virus pone de rodillas a la población mundial y a su economía. Me enseñó el valor de la familia, la empatía hacia los demás, en especial hacia los grupos de riesgo».


Tal vez por eso su sueño más grande no sea cantar bien («ese es imposible», dice), trabajar en la radio o dejar de fumar cigarrillo, porque «soy consciente del daño que me estoy haciendo». Para Denis, es «ver crecer saludables a mis hijos, y verlos envejecer y disfrutarlos al máximo. Ese es mi mayor y más importante sueño».



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