desperdigadas.- Empecemos con las cifras, que no son poca cosa. De los 577 millones de hispanoparlantes regados por alrededor de 31 países, 480 millones tienen al español como su primer idioma, es decir, el que aprenden después del nacimiento.
De acuerdo con el informe El español en el mundo, publicado en 2018 por el Instituto Cervantes (Madrid, España), este idioma es la segunda lengua materna más hablada sobre la faz de la Tierra, superado por el chino mandarín.
A pesar de la globalización con marcado sello anglosajón y de la existencia de más de 7.000 lenguas, el español sigue progresando.
Tal ha sido su expansión, que el Ministerio de Educación de China aprobó, en enero del 2018, la inclusión de la enseñanza del español -junto con el francés y alemán- en los planteles de secundaria.
Además, en la República de Guinea Ecuatorial -país de África donde la lengua oficial es la española- funciona desde el 2013 la Academia Ecuatoguineana de la Lengua Española (AEGLE), correspondiente de la Real Academia Española (RAE) y miembro oficial de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE).
Esta supremacía también ha invadido el ámbito de las nuevas tecnologías de información y comunicación. Según el mismo estudio del Instituto Cervantes, el español es la tercera lengua más usada en internet, y la segunda más frecuente en las redes sociales Facebook y Twitter y en el portal Wikipedia.
¿Y quiénes utilizan esos medios? Nada más y nada menos que la mitad de la población mundial, los más de 4.000 millones de personas conectadas a internet, según un reporte del 2018 de la agencia WeAreSocial y la plataforma de gestión de comunidades virtuales Hootsuite.
Por ejemplo, hasta el mes de enero del 2019, estas compañías registraron 2.271 millones de usuarios activos en un mes en Facebook; en Twitter contabilizaron 326 millones, mientras que en Instagram (una de las aplicaciones que más crecimiento ha experimentado en los últimos tiempos) había unos 1.000 millones de usuarios activos en un mes.
Pero detrás de tantos números tiene que haber substancia. Que nuestro idioma sea tan ampliamente conocido y aceptado en el globo tiene que dejarnos alguna enseñanza. ¿Qué te parece si comenzamos a hablarlo y escribirlo bien?
De nada sirve ostentar el título de subcampeón de las lenguas maternas más habladas del planeta si la maltratamos, si no le damos el respeto que se merece, si la avergonzamos a través de las redes sociales y la internet.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) asegura que, en promedio, cada dos semanas desaparece una lengua. Para The Ethnologue, hay 360 idiomas extintos, sin incluir los que se extinguieron en la antigüedad o antes del año 1950 ni los 188 que carecen de hablantes (inactivos).
Es poco probable que el español se extinga, al menos en el corto plazo. Sin embargo, esto no significa que su belleza no corra peligro, debido a la inmediatez con la cual se publican contenidos en la red, y a la masificación de plataformas digitales donde la imagen es la protagonista de la historia y la palabra escrita una actriz secundaria.
Sigamos siendo mayoría, pero no nos limitemos a lo cuantitativo. Agreguémosle cualidad al asunto. Seamos una mayoría mejorada.
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